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Jesús de Nazaret,[2] también llamado Cristo,[3] Jesucristo o simplemente Jesús [4] (provincia de Judea, Imperio romano; ca. 4 a. C.[Nota 5]-Jerusalén, Imperio romano; 30-33 d. C.), fue un predicador y líder religioso judío. Es la figura central del cristianismo y una de las más influyentes de la historia.[5][6][7][8]
En la actualidad y desde finales de siglo XX, la mayoría de los historiadores de la Edad Antigua afirman la existencia histórica de Jesús.[Nota 6][Nota 7] Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su persona, Jesús de Nazaret fue un predicador judío[Nota 8] que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea, y murió crucificado en Jerusalén en torno al año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilato.
La figura de Jesús está presente en varias religiones. En el cristianismo es considerado el Hijo de Dios, y para la mayoría de las denominaciones cristianas es la encarnación de Dios Hijo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que, con su muerte y posterior resurrección, redimió al género humano. El judaísmo niega su divinidad, ya que es incompatible con su concepto de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes, rechazando al mismo tiempo su divinidad. Las enseñanzas bahá'ís consideran a Jesús como una "manifestación de Dios", un concepto bahá'í para los profetas.[9] Algunos hindúes consideran que Jesús es un avatar o un sadhu.[10] Algunos budistas, incluido Tenzin Gyatso, el decimocuarto dalái lama, consideran a Jesús como un bodhisattva que dedicó su vida al bienestar de las personas.[11]
Lo que se conoce de Jesús procede casi exclusivamente de la tradición cristiana —aunque se le menciona en fuentes no cristianas—,[12] especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos treinta o cuarenta años, como mínimo, después de su muerte. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse.[13]